El gato vio a Alicia y de inmediato se puso a sonreír. "Parece que es muy amigable y está muy contento -pensó Alicia- pero tiene unas garras muy largas y muchísimos dientes afilados, por lo que seá mejor tratarlo con mucho respeto".
- Minino de Cheshire -comenzó diciendo, pues no sabía por qué nombre referirse a él; pero al gato pareció gustarle, pues su sonrisa se volvió más franca, "Pues de momento parece satisfecho", pensó Alicia, así que siguió adelante:
- Podrías decirme, por favor, cómo hago para salir de aquí, ¿qué camino debo tomar?
- Eso depende del lugar al que quieras ir- respondió el gato.
- La verdad es que me da igual- dijo Alicia.
- Entonces da lo mismo cualquier acmino que sigas- dijo el gato.
(Fragmento del libro Alicia en el país de las maravillas de Lewis Caroll)
Alicia llegó a un mundo al que aparentemente no eligió llegar. Sin embargo, si recordamos el libro o la película, podemos darnos cuenta que para que ella llegara al País de las Maravillas fue preciso que hiciera una serie de elecciones como comerse y beber los bocadillos y bebida con dicha instrucción en el cuarto diminuto, salir por la puerta, perseguir un conejo o tomar un té con un señor vistiendo Sombreros Locos. Así como a Alicia, seguramente te ha pasado que en la vida llegaste a destinos en los que no puedes recordar a ciencia cierta qué decisiones fueron las que te llevaron hasta allá, pero el que no lo recuerdes no significa que no lo elegiste.
Incluso podríamos decir que ha habido momentos en los que las circunstancias me orillaron a hacer cierta acción, la cual no tenía previsto hacerla o simplemente no quería hacerla, y como fue la situación la que te llevó a eso, entonces no fue una elección. Sin embargo, aún en este tipo de situaciones donde "no tenemos de otra", también elegimos, aunque esa elección sea quedarnos con el único camino o no elegir.
Nuestras elecciones son el camino que elegimos tomar entre un punto A, de donde partimos, y un punto B, a donde queremos llegar. ¿Qué pasaría si a un GPS le pidiéramos que nos lleve a la plaza más cercana pero no le decimos en dónde nos encontramos?, ¿nos podrá dar la mejor ruta?, ¿nos podrá dar alternativas para llegar a nuestro destino? La respuesta es: no. El GPS nos podrá indicar dónde se encuentra el lugar B, al que queremos llegar, pero no podrá darnos una ruta, es por esta razón que saber de dónde partimos, reconocer nuestro punto A, siempre es un requisito si queremos iniciar un camino.
En los últimos años y más en los últimos meses, he visto que está muy presente en las redes sociales o en las pláticas entre amigos la cuestión de encontrar un propósito, una misión para nuestra vida, y lo que más me ha asombrado en estas conversaciones es cómo queremos encontrar un destino sin reconocer quiénes somos, qué estamos haciendo, cómo estamos viviendo, con quiénes estamos relacionándonos, cómo nos relacionamos, etc. Es decir, nos cuesta mucho reconocer cuál es nuestro punto de partida, y entonces, se me hace más complejo que podamos saber a dónde queremos llegar si ni siquiera sabemos de dónde estamos saliendo. Así que si tú, hoy, te estás cuestionando sobre cuál puede ser tu propósito en la vida, te invito a preguntarte las siguientes preguntas:
- ¿Quién estoy siendo hoy?
- ¿Qué estoy eligiendo hoy?
- ¿Desde dónde estoy eligiendo hoy?
- ¿Quién soy hoy y qué quiero crear en mi vida?
La Real Academia Española (RAE en línea, 2023) define el propósito como el ánimo o intención de hacer o no hacer algo. Un objeto, mira, cosa que se pretende conseguir. Un asunto de la materia de la que se trata. Por lo tanto, para un ser humano, nuestro propósito sería qué intenciones, qué objetivos y qué asuntos queremos tratar en nuestra vida. Por lo tanto, no es algo fijo a lo que se llega, no es una meta a donde llegar y listo, sino que nos habla de algo que se va construyendo dinámicamente, ¿y qué puede ser eso que construye nuestro propósito? Nuestras elecciones.
Tu propósito no es el destino al que quieres llegar, tu propósito es cómo quieres llegar a ese destino, y el destino para todo ser humano como ser corpóreo y finito, es llegar al día de nuestra muerte. Pero para saber cómo llegar debes saber de dónde sales y a dónde vas. Entonces, para saber de dónde estás saliendo, cuál es tu punto A, el de partida, te invito a volver a preguntarte las preguntas planteadas anteriormente, y sobre todo, si detectas que no estás siendo tú, que no estás eligiendo desde quién tú eres y desde aquello que te genera gozo y creación en tu vida, entonces inicies un viaje de investigación profunda hacia quién eres tú.
A lo mejor, en este viaje, te das cuenta que no quieres o buscas nada de lo que la sociedad dice que sería bueno o que considera exitoso y rentable, y eso no está mal, pues al final del día, como también decía el gato de Cheshire, aquí todos estamos locos, tú estás loco, yo estoy loco, porque nuestra realidad es diferente; porque nuestros caminos son diferentes, porque nuestras elecciones son diferentes, porque en esencia cada ser humano es diferente, pero que seamos diferentes no implica que no podamos ser exitosas o exitosos, o que sean malas elecciones, o que nosotros estemos equivocados al no vivir el camino ideal. Al contrario, el poder vivir nuestro propio camino, nuestra propia forma, nuestra realidad es lo que nos permitirá acercarnos con mayor tranquilidad y plenitud al día de nuestra muerte. Y tú, ¿sabes desde dónde estás partiendo al destino de tu vida?
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